Esta serie autobiográfica en tres volúmenes incluye las más grandes
batallas disputadas por el más grande ajedrecista de todos los tiempos: Garry
Kasparov. Describe el despertar meteórico de Garry, desde que jugaba bellas e intensas
partidas con diez años de edad, hasta las que tuvieron lugar en 2005, año de su
retirada, todas ellas analizadas por él mismo, con gran rigor técnico y con un
sinfín de detalles en los que se refleja su evolución dentro y fuera del
tablero. A la eterna pregunta de si los genios nacen o se hacen, el texto
responde por sí solo: El clima ajedrecístico de la Unión Soviética de sus años
de formación, la determinación de su madre de apoyarlo sin condiciones y su
"dotación" genética, todo puede haber contribuido, pero la cultura
del trabajo, la tenacidad y el espíritu de superación hicieron de Garry
Kasparov un genio irrepetible. Parte I: 1973-1985 Garry Kasparov analiza en
este volumen los más fascinantes encuentros que disputó entre los años 1973 y
1985. Este periodo se abre con la aparición en Bakú de la mayor estrella de
ajedrez de todos los tiempos, y finaliza con su primer enfrentamiento por el
reinado mundial con Antoly Karpov, su eterno rival, en un gigantesco encuentro
que duró más de seis meses. En Rusia se sabía que Kasparov tenía un talento
extraordinario, pero la primera vez que ese talento se hizo patente para el
mundo occidental fue en 1979. La Federación rusa de ajedrez recibió una
invitación para enviar a un jugador a participar en un torneo en Banja Luka.
Bajo la falsa impresión de que se trataba de un evento menor, envió a un
Kasparov de quince años (¡sin siquiera una calificación internacional!). Lejos
de ser un torneo juvenil, Banja Luka fue un fuerte evento internacional con
grandes maestros de primera línea. En él participaron Petrosian, Adorjan y
Smekjal, entre otros. Sin inmutarse, Kasparov obtuvo el primer puesto, logrando
11½ sobre 15 puntos posibles y terminando con dos puntos de ventaja sobre el
segundo clasificado. Durante la siguiente década este abismo entre Kasparov y
el resto de los mejores ajedrecistas de la época se convirtió en un espectáculo
habitual en los principales torneos del mundo.